Editorial

Este número de Antropología Americana está dedicado a la antropología venezolana. En él participan profesores —investigadores de distintas universidades del país y de diferentes subdisciplinas como la etnohistoria, la lingüística antropológica, la antropología sociocultural y la etnología. Su integración se la debemos a la colaboración de Reinaldo Rojas, editor responsable de este número temático.

       Para Reinaldo Rojas, en la década de 1950 se institucionalizó la enseñanza y la práctica de la antropología venezolana, y se sentaron las bases para su desarrollo posterior. Según Clarac, de Briceño (1993: 17) puede identificarse un antes y después de ese periodo de institucionalización. El “antes” se caracteriza por el predominio de “un pensamiento marcado por el positivismo, evolucionista unilineal y, en menor grado, difusionista y determinista geográfico, cultivado por eruditos influenciados por Europa (sobre todo Alemania y Francia)”. El “después”, en cambio, se define por un proceso de institucionalización de la disciplina, tiene su impulso en la Universidad Central de Venezuela a partir de la fundación, en 1952, del Instituto de Investigaciones Antropológicas albergada en la Facultad de Humanidades, la creación del Departamento de Antropología y Sociología en 1953 y, un año más tarde, de la Escuela de Antropología y Sociología (Facultad de Economía, octubre de 1954) (Clarac de Briceño, ibíd; Caula, 2010). Tiene una perspectiva más amplia y plural, la antropología se desarrolla con la participación de profesionales de la disciplina formados en México y Estados Unidos.

       En el proceso de institucionalización de la enseñanza y la investigación antropológica destaca la participación de Miguel Acosta Saignes. Formado bajo la influencia boasiana en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México, Acosta Saignes es considerado uno de los fundadores de la antropología venezolana, cuya perspectiva holística de la disciplina se aprecia en el impulso a la etnología, la arqueología, la antropología física y la lingüística antropológica.  Una parte de su trayectoria académica e influencia en la antropología venezolana, es analizada por Reinaldo Rojas en su artículo “Manuel Acosta Saignes y la Antropología Americana”. En este artículo se muestra la influencia que tuvo de sus colegas y de prestigiados antropólogos en México. Entre ellos destaca la influencia de Miguel Othón de Mendizábal, Alfonso Caso, Rubín de la Borbolla y Paul Kirchhoff, a quien se le atribuye el concepto de “Mesoamérica” con el que han sido identificadas las altas culturas que se desarrollaron en el periodo prehispánico desde el norte de México hasta el río San Juan en Nicaragua, y lo que llamó “Área Circuncaribe”. Hasta hoy, es posible encontrar elementos simbólicos y prácticas sociales identificables en cada una de estas grandes áreas socioculturales, que serían objeto de estudio de las antropologías mexicana y venezolana.

       El siguiente artículo es de Horacio Biord Castillo, titulado “El (re)aprendizaje de una lengua extinta: etnogénesis entre los cumanagotos del nororiente de Venezuela”. El autor alude a la pérdida lingüística y a la sustitución del idioma indígena por el español o el portugués como una tendencia predominante en América Latina. Dicho fenómeno es parte de la desindianización y posterior fragmentación de la identidad étnica en nuestro continente. No obstante y contrariamente a esta tendencia, en el caso de pueblos indios del nororiente de Venezuela, como los chaimas y los cumanagotos, existe un proceso de reapropiación o aprendizaje del ya extinto idioma cumanagoto por parte de quienes son identificados como “indios”. Este fenómeno de recuperación lingüística forma parte de un proceso de etnogénesis. Para los miembros de este grupo, señala el autor, la lengua tiene una significación política y simbólica de gran importancia en dicho proceso de reivindicación étnica y política.

       Presentamos también el artículo de Emanuele Amodio, “Los reyes desnudos. Percepción y representaciones españolas de las formas políticas indígenas de Tierra Firme”. En este interesante trabajo de antropología histórica, se hace un recorrido por las representaciones españolas producidas durante el siglo xvi, sobre la alteridad indígena y la manera en que fueron utilizadas para integrar a las poblaciones americanas al imperio español. El uso de la categoría de behetría (utilizada para definir de manera negativa a un grupo que era identificado por su desordenado modo de vida), lo que implicaba también una justificación de la imposición del dominio colonial.

       A continuación, Hernando Villamizar presenta el artículo “La Parca: personificación macabra de la muerte en Caracas a mediados del siglo xviii”, el cual se refiere a la personificación de la muerte, que aparece como un recursos frecuente, en textos poéticos y sermones funerarios. En este trabajo se analizan las relaciones entre La Parca y el sentido cultural que se le daba al morir y a la muerte en la sociedad de Caracas. El autor analiza diversos textos y obras de arte en donde la muerte aparece personificada. Las calaveras, los esqueletos o la guadaña, señala, no son “elementos azarosos, sino que históricamente han formado parte de un conjunto de símbolos asociados a la muerte en Occidente”.

       El siguiente artículo es de Luis E. Molina y se titula “Las técnicas de procesamiento de la caña de azúcar en la Provincia de Venezuela. Siglos xviii y xix”, donde muestra que la caña de azúcar fue uno de los primeros cultivos que introdujeron los españoles en Venezuela en la segunda mitad del siglo xvi. Con ello, llegaron las técnicas para su procesamiento, las cuales prevalecieron durante los siglos xvi y xvii. Posteriormente se incorporaron técnicas procedentes del área caribeña franco y angloparlante. El autor presenta los distintos procedimientos utilizados para la obtención de derivados de la caña de azúcar en Venezuela durante el periodo colonial y el siglo xix.

       El último artículo que integra este dossier temático es de Vladimir Aguilar Castro, Linda Bustillos Ramírez y Carlos Grimaldo Lorente, titulado “Estado plurinacional y planes de vida para la gestión de territorios indígenas como alternativa al extractivismo”. En este trabajo, los autores analizan la transformación del Estado-nación monocultural, a un modelo de reconocimiento plurinacional, proceso que entraña la redefinición ética del aparato estatal, así como su estructura política, jurídica y económica. Se analizan los retos de un estado plurinacional y lo que sería su “deber ser” para garantizar la sostenibilidad ambiental y cultural a largo plazo.

       Como se observa, en este número el trabajo de antropología histórica tiene un lugar destacado.

       En la segunda parte de la revista, Antropología Americana rinde un merecido homenaje póstumo a la doctora Larissa Adler Lomnitz, gran antropóloga chilena-mexicana, quien falleciera el pasado 19 de abril. De sus invaluables contribuciones al desarrollo de la antropología urbana, al estudio de la marginalidad y las redes sociales en América Latina, da cuenta el artículo de Guillermo de la Peña “Larissa Adler Lomnitz: una antropóloga latinoamericana”.

       Cerramos este número con dos reseñas de libros de reciente aparición.

       Esperamos que este número sea de su agrado

 

 

Cristina Oehmichen Bazán

Editora

 

 

 

 

Bibliografía

Caula, Silvana

     (2010) “Miguel Acosta Saignes y la antropología en Venezuela: antropologías hegemónicas, antropologías subalternas”, Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol. 16, núm. 1, enero-abril, Universidad Central de Venezuela Caracas, Venezuela, 2010, pp. 69-93.

Clarac de Briceño, Jacqueline

     (1993) “Estatutos y características cognitivas de la antropología en Venezuela”, Alteridades, vol. 3, núm. 6, 1993, pp. 17-26.